Stelle del cinema: Bajo la máscara del placer (Cinema d'antan) ~ di Miguel Losada - TeclaXXI

 CINEMA D’ANTAN


Miguel Losada


Bajo la máscara del placer





     Una de las historias más fascinantes y poco conocidas de la historia del cine tiene por comienzo el Berlín de 1925. Haciendo cola ante una carnicería se encuentran tres estrellas todavía incipientes: Asta Nielsen, Greta Garbo y Marlene Dietrich. Marlene le comenta a la Nielsen que está desesperada. Junto a ellas una Garbo paliducha se desmaya de hambre. Marlene la sujeta con fuerza y la deposita en el suelo mirándola con ternura mientras pide ayuda. Al final llega una ambulancia que se lleva a Greta mientras Marlene, en uno de esos gestos que la iban a hacer famosa, se retira el pelo de la cara. La película era Bajo la máscara del placer del gran G.W. Pabst. Lo curioso es que el nombre de Marlene Dietrich no figuraba en los genéricos del film y ella misma negó haber trabajado en la cinta hasta poco antes de morir. La actriz incluso llegó a decir que era imposible que estuviera en aquella película pues para entonces, febrero-marzo de 1925, estaba a punto de dar a luz. Hoy sabemos que la actriz alemana tuvo a su hija María, de la que nunca se supo quién era el padre, en diciembre de 1924. De hecho, a pesar de haber trabajado en otras películas de la época, la Dietrich siempre insistió en que su primera película era El ángel azul. ¿Por qué tanto misterio, porque Marlene quiso borrar todo rastro de sus años alemanes?

     Rubia y regordeta, Marlene había trabajado hasta entonces en un coro, en los cabarets tan característicos del Berlín de la época, en el teatro donde llegó a figurar en una “Fierecilla domada” e incluso intentó, sin éxito, entrar en la compañía del célebre Max Reinhardt. Enamorada del escritor checo Otto Katz, judío y comunista, pero también de la periodista  Gerda Huber, una apasionada de la Rusia revolucionaria, pronto se descubrió mucho más atraída por las mujeres que por los hombres, aunque de vez en cuando le gustara seducir al macho dominante siempre que la iniciativa partiera de ella. “En Europa no importa si eres hombre o mujer. Hacemos el amor con cualquiera que encontremos atractivo”, diría años más tarde.

     Greta había logrado convertirse en una actriz consagrada en pocos meses y estaba a punto de partir para Hollywood contratada por la MGM mientras que Marlene llevaba ya años intentando por todos los medios triunfar en la pantalla sin conseguirlo del todo.  El encuentro entre ambas fue sin duda muy intenso. Marlene la encontró irresistible y para ella tuvo que ser un placer seducir a “la niña escandinava”. Pero también descubrió que, en el fondo, Greta no era más que una chica inexperta de apenas diecinueve años, ignorante y bastante provinciana.  Probablemente la actriz alemana arrastraría a la sueca por la deslumbrante noche berlinesa de los años veinte: los cafés políticos, los clubs de travestis como “El Dorado”, el libertinaje amoroso… Mucho más inexperta en el amor, la aventura, debió significar para la Garbo algo tremendamente doloroso y un punto de inflexión que tendría una gran importancia en su legendario hermetismo,  en no querer mostrar ante el público nada de su vida privada. Lo cierto es que nunca quiso hablar de aquello y tampoco quería saber nada de la Dietrich, como si esta no existiese.  Muchos años más tarde, y entre amigos, Marlene comentó que Garbo llevaba sucia la ropa interior y que “era grandísima de allí abajo”. 

 Greta Garbo La rue sans joie, La via senza gioia in italiano 

(tit. or. Die Freudlose Gasse, 1925) Film muto

      Aquel mismo año Garbo llega a América y enseguida comienza a forjarse una carrera que va a ser mítica en el mundo del cine siendo considerada como la más grande, “la Divina”. Marlene tardaría unos años más pero tras el inmenso éxito de El ángel azul, acabará por desembarcar en el puerto de Nueva York el 9 de abril de 1930. Entonces la prensa la presenta como “La respuesta de la Paramount a la Garbo”. Hoy, aquella historia oculta de dos de las más grandes estrellas del Hollywood clásico, consideradas como verdaderas diosas de la pantalla, no deja de tener gran interés y arrojar nuevas luces sobre el mundo que verdaderamente latía tras “la ciudad de las estrellas”.  

     Greta, tras la que había sido su primera experiencia con una mujer, va a negar cualquier tendencia lésbica, refugiándose en el ostracismo y en una especie de amor platónico hacia el actor de moda, John Gilbert, con el que pronto va a coincidir en una película, El demonio y la carne. Había mucha química entre ellos lo que los convierte en la pareja del momento. El director Clarence Brown dijo que cuando rodaba con los dos se sentía como un intruso y tenía que dejarlos seguir con sus escenas fuera ya de rodaje como si tal cosa. Garbo se enamoró momentáneamente de Gilbert pero en cambio, éste quedo enganchado para siempre de la “Divina”. La pidió en matrimonio y ella, aunque aceptó en un principio, acabó por echarse atrás. Eso sí durante un tiempo se instaló en la casa de Gilbert en la que el actor hizo instalar un fastuoso baño de mármol negro y la enseñó a jugar al tenis.  

    Muchos años después, un Gilbert alcoholizado y de capa caída, ya que con la llegada del cine hablado su voz aguda de tenor  provocaría el fracaso del público, se convierte en el amante de Marlene, que logra convencer a su amigo el director Ernst Lubitch para que le dé un papel destacado en Deseo de la que la Dietrich era protagonista. La actriz lo llevaba a fiestas y galas importantes, pero cuando John se dio cuenta de que lo estaba compartiendo con otros amantes volvió a caer en la bebida y acabó por perder su papel en la película.  En enero de 1937 Gilbert fue encontrado muerto en su habitación, se había tragado su propia lengua. En su funeral, Marlene se desmayó aparatosamente. La actriz le había estado preguntando constantemente si echaba de menos a Garbo, lo que demostraba la obsesión que mantendría durante toda su vida hacia la “Divina”.  

    Pero muy otros iban a ser los amores compartidos por ambas estrellas. Josef Von Sternberg el director de tantas maravillosas películas de la Dietrich, el que llegó a decir “Marlene c´est moi”, pensaba que “las aventuras entre chicas eran beneficiosas para el cine proporcionando una actuación andrógina en la pantalla y atrayendo el deseo tanto involuntario  de los hombres como de las mujeres”. En una célebre escena de Marruecos, Marlene vestida con esmoquin de hombre, reparte manzanas entre un enfervorizado público masculino y da un beso en la boca a una de las chicas mientras seduce a un entregado Gary Cooper. Greta llamaba a las aventuras entre mujeres “secretos emocionales”. Cuando la actriz sueca llegó a Hollywood se dio cuenta enseguida de que era “el único lugar en el mundo en el que puedes vivir como quieras y nadie dirá nada hagas lo que hagas”. A pesar de todo, Garbo, la solitaria más famosa del mundo, exigía una intimidad absoluta y siempre se negaría a hablar de sus aventuras amorosas porque como diría años más tarde, “el amor homosexual, si se hace ostentación de él se convierte en algo sórdido”.  

    Existía pues una especie de pacto de silencio. La escritora y guionista Salka Viertel, polaca de origen judío, se convertirá en la persona más influyente cerca de Garbo, en su confidente, además de su amante ocasional. Es la única persona con la que esta hablaba de Marlene aunque tenían el acuerdo mutuo de que Greta y Marlene no se habían conocido nunca y no querían saber nada una de la otra. A pesar de todo Salka, que tenía grandes amigos en la colonia alemana de Hollywood, intrigó mucho entre ambas y fue también amante de Marlene. Para que Salka, que había tratado a la Dietrich en los años veinte, no contase los secretos que conocía de aquellos años, tuvo que jurar no mencionar el nombre de Garbo ni decir que se habían conocido en Alemania. 

    La cuarta en discordia era la hispano-cubana Mercedes de Acosta, de distinguidos orígenes y muy hermosa. Tenía un atractivo muy especial que la hacía irresistible. En sus memorias, “Aquí yace el corazón”, habla de sus numerosas y célebres amantes. También del periodo 1931-35 en el que estuvo con Garbo y luego con Marlene y muchos otros nombres sonoros del Hollywood clásico. A partir de la publicación del libro, en 1960, Garbo nunca volvería a hablarle. 

    Así pues, a  través de sus amantes comunes, tanto Garbo como Dietrich estaban al tanto una de la vida de la otra. Pero mientras Marlene mantenía incesantes aventuras amorosas con una enorme cantidad de hombres famosos como Fritz Lang, Erich Maria Remarque, John Wayne, Gary Cooper, Kirk Douglas, Frank Sinatra y sobre todo con el francés Jean Gabin con el que estuvo a punto de casarse, además de otras relaciones más ocultas con lo que ella llamaba su “círculo de costura”, formado por mujeres en general bisexuales, sofisticadas e inteligentes, incluso con Edith Piaf.  Garbo, mucho más escurridiza, de belleza andrógina y misteriosa, acabó por no hacer ninguna película a partir de 1941, huyendo de los periodistas y de todo lo que significara la fama y el glamour. Vestía y caminaba como un chico, nunca se miraba al espejo, obsesionada con la desaparición de su belleza. Rechazando los grandes papeles que le ofrecían en el cine afirmaba que sólo haría otra película si su papel no era ni masculino ni femenino.

     A lo largo de los años las dos grandes divas de Hollywood coincidieron en diferentes ocasiones, una vez, en el Café Trocadero de París, estuvieron a tan sólo dos mesas de distancia sin siquiera mirarse. No sería hasta 1945 que se iba a producir el encuentro definitivo. El encargado de juntarlas de nuevo fue Orson Welles, amigo de ambas. Orson pidió a Clifton Webb y a su madre que invitase a Garbo a una de sus habituales fiestas. Welles se encargó de conducir a Marlene del brazo hasta Greta para saludarla. La Dietrich estuvo encantadora, halagó a la actriz sueca y llegó a decir que la consideraba una diosa. Por más que se deshacía en cumplidos la Garbo, inmutable, no decía más que gracias. Al final Marlene se cansó y se fue de la fiesta. En el coche en el que  Welles la llevaba a su casa la notó sumida en un hermético silencio que tan sólo rompió para decir “No tiene los pies tan grandes como dicen”.

    Nunca más se volverían a encontrar. Greta murió sola en un hospital de Nueva York en 1990. Poco antes de morir confesó que la suya “había sido una vida desperdiciada, desperdiciada, desperdiciada”. Marlene tuvo una vida muy activa hasta casi su final. Se dice que durante el rodaje de Berlín Occidente mantuvo aventuras con todo el equipo, desde los dobles hasta las secretarias… Aunque al final reconoció haber rodado Bajo la máscara del placer y haber estado con Greta Garbo en la loca Alemania de los años veinte, se aseguró de que las confesiones que dejó grabadas no se pudieran escuchar hasta muchos años después. Quizás entonces podamos descubrir más cosas sobre una de las historias más apasionantes de aquel maravilloso y eterno Cine Clásico que tanto añoramos… 


 MIGUEL LOSADA     

 

Natural de Vigo. Estudios: UNAM de México, Sorbona de París, doctorado en Filología Hispánica por la Complutense de Madrid . Impulsor de la Academia de los Melancólicos. Sucedió al poeta Celso Emilio Ferreiro al frene de la Cátedra de Estudios Gállegos del Ateneo de Madrid, donde ha sido director de su Biblioteca. Coordina el ciclo Los Viernes de la Cacharrería, espacio por el que han pasado más de trescientos poetas de todo el mundo, recopilando su voz y sus poemas en los libros «La Voz y la Escritura, volúmenes I y II. Su obra poética se encuentra publicada en Los campos de la noche - 1998, El bosque azul - 2005, y Última Forma - 2010, así como en las antologías: Poesía Ultimísima, Aldea Global, Milenio, Doce más uno, Palabras para la Paz, Bajo los puentes del Drina, Blanco Nuclear, Trovadores de silencios, Las mejores historias de amor, etc. Presidente de la Sección de Cine del Ateneo de Madrid y miembro de la Junta Directiva del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha impartido diversos cursos sobre guión y los lenguajes del cine. Ejerce la crítica cinematográfica en prensa, radio y televisión, interviniendo en los programas «Noche de cine» y «Vivir de cine», entre otros. Libros de Cine: Cien películas para amar el cine, D. Quijote en el Cine, Gabriel García Márquez y el cine, Cine y Poesía, las biografías de Marisol, Sara Montiel y Carmen Sevilla, El Hollywood español, El Cid –50 aniversario–, Los Cuadernos Inéditos de Berlanga, Clint, dispara, la trilogía del dólar, Vivir el cine, etc. Dirige La Revista Áurea de poesía y la colección Lumière de libros de cine. Algunos de sus poemas aparecieron en disco interpretados por El Zurdo. En teatro ha intervenido en obras de Lorca, Valle-Inclán, Jardiel Poncela, Strindberg... Y en las películas, Este que veis aquí de José Luis García Sánchez y Was de Víctor Matellano, junto a Geraldine Chaplin.                                                                              

   

                                                                                   

    

      


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